Capítulo 2
Tristán bajó los ojos y miró sus manos que brillaban apenas con luz plateada dándole un aire fantasmagórico. Apenas podía distinguir sus colores debajo. Volvió a mirar a Tristeza.
—De verdad que es elaborado este sueño—le dijo Tristán—parezco muerto, mi imaginación al final sí es buena.
—No depende solo de vos que sea así,—le respondió—las proyecciones se basan en el mundo de la vigilia.
—¿Proyecciones? —quiso asomarse por la ventana, pero no logró moverse.
—Lo que estás haciendo ahora, salir de tu cuerpo, estar en el mundo de una forma más sutil.
—Pero esto es mi mente, es solo imaginación mía.
El gato ronroneó con suavidad, casi sentía las vibraciones en su piel. Se estiró de nuevo pero esta vez se paró y lo miró a los ojos. Ladeó la cabeza y sin abrir el hocico su voz sonó en su cabeza.
—¿O no? ¿Qué sabés vos?
—No puedo saber nada que no sepas, al menos nada que no hayas experimentado—dijo en su mente.
Tristeza bajó de un salto al pie de la cama.
—Realmente no te acordás de nada. A ver, repasemos—agregó.
Tristán vió como el gato se movía por la habitación hasta la puerta.
—Vení—le dijo—movete hasta acá.
Sonrío primero por lo absurdo del pedido, luego, cuando intentó seguirlo, sintió el temor crecer dentro suyo. No se movía. Su cuerpo no le respondía, no su cuerpo cuerpo, ese podía verlo en la cama, respirando hondo. No, su nuevo cuerpo no parecía responder a su cabeza. No lograba mover las piernas siquiera, estaba seguro de haber podido usar sus brazos antes.
Escuchó, más bien sintió un resoplido del otro lado de la habitación, el gato suspiraba en su cabeza. Estaba descubriendo una nueva forma de decepción.
—Esto va a ser largo—dijo Tristeza—pensá en moverte acá.
—¡Estoy en eso! —Tristán hizo otro esfuerzo, sentía las piernas pero no lograba que respondan a sus impulsos.
—No, estás queriendo usar tu cuerpo para moverte hasta acá. No tenés que usar las piernas, el truco está en tu cabeza. Pensá en dónde querés estar, imaginalo.
Tristán cerró los ojos y visualizó el umbral de la puerta. Pensó en la vista desde ahí, en cómo cambiaría su perspectiva. Imaginó la puerta de madera, la sensación al tacto y el hierro frío de la manija. Abrió los ojos y gritó.
—¡Estoy atascado en la puerta!
Al mirar hacia abajo veía cómo su cuerpo estaba mitad de un lado y mitad del otro en la puerta de la habitación. Lo extraño era que no sentía nada, bueno, una entre tantas extrañezas como el gato azul, su yo fantasma y la idea de que en sus sueños ya no podía moverse con libertad. Faltaba el conejo con reloj para competir con Alicia. El gato interrumpió sus pensamientos.
—Nada, bueno, casi nada del mundo de la vigilia puede dañarte de este lado.
Tristán mantuvo los ojos abiertos en grande y gruñó mientras intentaba moverse.
—No seas chillón, preferiría no convertirme en Miedo o Sorpresa—agregó Tristeza—pensá en otro lugar, uno más despejado.
Cerró los ojos de nuevo. Despejado, despejado. ¿Qué conocía de despejado? Su mente se hundió en recuerdos, se imaginó en la manta de picnic, afuera de la casa quinta de ella, habían visto tantos atardeceres ahí. Arriba, el cielo se abría solo interrumpido por la copa de algunos árboles. Pensó en lo bien que se veían las estrellas de noche. Cuando abrió los ojos, las vió.
—Sabés, no hace falta que cierres los ojos—comentó Tristeza, pero, apenas lo escuchó, la vista lo había dejado tieso.
Arriba lo esperaba el cielo decorado de estrellas, su brillo era sutil comparado con el real, el que conocía de sus noches de verano cuando se contaban proyectos bajo su mirada. Atribuyó su palidez a estar evocando un recuerdo, hacía al menos dos años que no se veían, le asombró recordar todo con tanto detalle. Bajó la vista al terreno.
Delante suyo vió al gato sentado, estaban en el pasto y a unos metros se veía la casa de campo. Inspeccionó el terreno con una mirada rápida. No recordaba algunas plantas y estaba seguro de que todo parecía más grande ahora.
Miró hacia la casa y vió una luz encendida adentro, apenas un destello de amarillo gastado, para no atraer a los bichos, y también apenas desvanecido como todo lo que su cerebro imaginaba de la vigilia, el mundo de los despiertos. Al menos establezco reglas claras, pensó.
Dentro, dos personas parecían estar charlando. Podían distinguirse sus cuerpos por algunos destellos de color que emanaban y flotaban alrededor suyo, como hebras finas en el aire.
—¿Y eso?
—Sus emociones, de este lado es más fácil verlas. Son producidas en la vigilia pero tu visión actual las hace destacar al reducir el brillo de todo lo demás.
—¿Puedo acercarme?
—Si son quienes imaginamos que son, no creo que queramos.
Tristán vió cómo Tristeza se echaba un poco para atrás, apoyando las patas de lleno en el piso. Destacaba su brillo contra el pasto a oscuras.
—¿Queramos? ¿Somos un grupo ahora?
—Soy parte tuya Tristán, pero vos decidís.
—Un sueño no puede hacerme mal.
Visualizó el comedor donde tantas veces habían compartido comidas, fue a las risas, a los platos humeantes, a los besos por encima de la mesa y los pies entrecruzados por debajo. Al abrir los ojos, la vió. En frente, sentado en donde antes había estado él, otro la miraba a los ojos y le daba la mano por encima de la mesa. Ondas verdes y rosadas salían de ellos y parecían mezclarse en medio como patrones de interferencia.
Sintió cómo su cuerpo se achicaba. Tristeza lo miraba desde el otro lado de la mesa, ignorado por los comensales. Lo vió crecer con nuevas hebras azules y alguna roja que perdió color al integrarse a su cuerpo traslúcido.
—¿Por qué me mostras esto? —la voz de Tristán salió con esfuerzo, arrastrándose fuera de su garganta.
—Yo no hice nada, vos decidiste—Tristeza se echó hacia atrás, sus orejas se doblaron y entreabrió los dientes mostrando los colmillos.
—Ah, ahora es mi culpa, ¿no? —Tristán puso las manos sobre la mesa, vió cómo el celular de ella se encendía mostrando una foto con su pareja, se mordió el labio.
—No dije eso, Tristán—Tristeza se echó aún más para atrás y sus ojos mostraron temor, ¿o era más bien pena?
Se tapó la cara con las manos, apretó los ojos y sintió como las gotas se acumulaban en sus ojos. Las hebras azules se mezclaron con las lágrimas y un hilo brillante comenzó a caer desde su cara. Contra toda expectativa, el líquido caía hacia Tristeza, como si una pendiente invisible los uniese. Apretó los párpados aún más. Su mente se desbocó otra vez hacia sus recuerdos.
Abrió los ojos y se encontró en el pasillo. No en el de su casa, en el viejo pasillo. En ese pasillo.
—No, no, no quería venir acá—dijo entre lágrimas que caían rodeadas por hilos violetas.
Apretó los ojos una vez más, visualizó su cama, su cuarto, su cocina, pero los recuerdos se entremezclaban y lo devolvieron al otro lugar. Saltaba de un lado al otro con los fogonazos de sus memorias que lo atacaban. A cada parpadeo avanzaba por el pasillo hasta entrar en la habitación.
—¡Tristán! ¡Despertate! ¡Controlalo! —escuchó la voz de Tristeza, aterrada. Entre palabras oía el gruñido agudo del gato acorralado.
—¡No puedo, no puedo! —Tristán chillaba, sus intentos de gritos se mezclaban con un llanto ahogado, lleno de mocos y quejidos.
Dentro de la habitación, el clima era denso y apagado, incluso para el reino de los sueños. Todo parecía estar cubierto por una niebla apretada como humo controlado. A pesar de no estar despierto su cabeza imaginó los olores y se achicó con una arcada. Se hizo un bollo y esperó ahí, aparentando ser mucho más pequeño. Con las manos entrelazadas encima de las rodillas y la cabeza metida entre las piernas, esperó. Quiso hacerse tan chiquito como pudiese, invisible, sin llamar la atención.
Desde el rincón en donde estaba escuchaba un resoplido profundo, como una respiración de gigante. Sintió cómo la niebla lo envolvía y tuvo frío. Con los ojos entrecerrados, apenas podía ver un manchón azul en frente suyo, Tristeza había vuelto a crecer, pero su postura a la defensiva lo ocultaba.
Sintió el dolor en el pecho y mantuvo su llanto controlado, hacia adentro, tragándose las lágrimas. Cerró los ojos una vez más. Entre sollozos, despertó.
Hola,
Espero que el capítulo pasado no te haya dejado con demasiadas ganas de leer este, o sí. Ojalá el cliffhanger haya funcionado, se que me sirvió a mí para seguir escribiendo. Esta historia la estoy descubriendo a la par tuya con apenas unas páginas de diferencia. Tengo que poder revisar todo unas cuantas veces antes de mandarte el capítulo. Para tu tranquilidad, ya está en proceso el capítulo 3 así que aparecerá por acá la semana que viene. Todo feedback será bien recibido, es mi primer proyecto narrativo que planteo de forma serializada (o de cualquier otra forma) así que los comentarios ayudan.
No tengo muchas novedades de mi día a día, estuve leyendo mucho (condición necesaria en mi caso para poder escribir) y caí en las garras de TikTok. ¿Quién hubiese pensado que un feed lleno de recomendaciones llenas de dopamina iban a poder capturarme tan fácil?
Espero que tu semana haya sido tranquila como la mía, cualquier cosa que necesites podés avisarme.
Un abrazo,
Fidel