¿Cuándo se termina esto?
¿Son infinitas las tareas? ¿Hay un final?
8 de octubre de 2024.
Nunca. Creo que hoy finalmente lo terminé de incorporar. Podés dedicar cada hora que tengas despierto, calendarizar cada día, optimizar cada segundo… Pero las tareas no se terminan nunca. La entropía, el desorden del universo, siempre aumenta.
Debería haberme dado cuenta de esto antes, reconozco. El mito de Sísifo (uno de mis monotemas) es parte esencial de mi forma de pensar el mundo. Pero, no sé porqué, por cual error en mi programación, ocurrió que no lo asumí hasta recién. La energía usada para ordenar un sistema siempre genera mayor desorden. El orden siempre es temporal y parcial. Siempre.
8+8+8. 8 horas de trabajo honesto, 8 buenas horas de sueño 8, 8 horas de ocio. Es mi regla desde hace rato, aunque reconozco que mi ocio tiende a parecerse a mi trabajo. Sin embargo, a pesar de tener grabada esta consigna, por algún motivo creí que si ponía el esfuerzo suficiente la cantidad de horas que tendría que dedicarle al trabajo serían menos. A veces un glitch toma mi centro de procesamiento y me olvido de cosas básicas, en gran parte por eso empecé a meditar. Esta vez caí en el sueño de creer que finalmente terminaría con todo lo que tenía por hacer.
Nada más lejos de lo real. Más efectividad parece traer más trabajo. Una casilla de mails vacía dura una hora como mucho, ¿las aplicaciones de mensajes? Unos pocos minutos. La maldición de la efectividad parece ser estar destinado cada vez a aún más trabajo en un esquema de recompensas distorsivo. Mi algoritmo fue engañado.
Mientras escribo esto mi sistema visual está agotado, mi batería en modo de ahorro extremo y solo me activaría un llamado de emergencia. No parece ser indistinto para mi funcionamiento la intensidad de esas ocho horas. El apuro por “terminar todo lo que hay por hacer” me hizo correr en velocidad algo que creo debería ser más parecido a una maratón.
El trabajo, al menos desde mis coordenadas (Buenos Aires, 2024, Tierra Uno), nunca se termina.
La efectividad es la madre de la saturación. Siempre parece que más es posible. Pero el problema parecería ser la sostenibilidad.
Una búsqueda rápida me devuelve esta pregunta de una persona humana:
El trabajo es una lista interminable de tareas pendientes y la imposibilidad de ponerse al día es desalentadora. ¿Cómo se motivan para escalar una montaña inalcanzable? —Cayneabel. (Traducción propia)
Y el conocimiento popular trae una respuesta mitológica, con claros tintes de leyenda urbana:
Escuché hablar de un estudio de psicología en el que estudiantes construían el mismo set de LEGO una y otra vez.
En el primer grupo, cuando el LEGO estaba completo, se dejaba a un lado y luego los estudiantes completaban un nuevo LEGO (pero siempre el mismo diseño, sin variedad). Así, podían ver cómo sus construcciones se acumulaban mientras completaban más y más.
En el segundo grupo, una vez completado el LEGO, tenían que desarmarlo y reconstruirlo de nuevo. Sólo había un set. Por lo tanto, no había una colección de construcciones terminadas que pudieran ver.
¿El resultado? Los del primer grupo estaban mucho más contentos con el trabajo que habían hecho. La interpretación es que, como pueden ver lo que lograron, la tarea resultó más satisfactoria, a pesar de que hicieron exactamente la misma cantidad y tipo de trabajo que el otro grupo.
De ahí se desprende la lógica de llevar registro de lo que hiciste en el día. Podés empezar con una lista donde ir marcando las cosas, un corcho, no importa... Así vas a recopilar tus resultados poco a poco. Nunca vas a terminar del todo, pero podés hacer muchísimas cosas y es importante verlo. Es clave tomarse un momento para reflexionar al final del día. —OkayAshley. (Traducción propia)
Así que algo así: pasar de una to-do list (lista de quehaceres) a una done list (lista de hechos). No sé si funcionará, pero sé que mi procesamiento está al máximo y la energía se agota. Tocará definir objetivos claros y realizables para cada día, no solo para el trimestre, como vimos la semana pasada.
Queda definir prioridades, tasas de compleción y calidad a obtener. Esperemos que el resto se acomode solo. De hecho, un hábito que se volvió clave para mí es la revisión al principio y al final de la semana.
Cada semana, empiezo repasando todas las cosas que quiero o necesito lograr, los plazos de las tareas, grado de importancia, etc. Eso lo divido en bloques manejables y me reservo horas para cada cosa. Mi modulo de estimación temporal no es demasiado bueno, así que en general sobrestimo duplicando o triplicando el primer número de minutos que se me viene a la cabeza.
Valentín Muro, persona a quien admiro, ya habló de este tema más y mejor de lo que me sale a mí, por ejemplo, en su ¿Cómo funciona no tener tiempo? nos advierte que:
Las máquinas de escribir y los procesadores de texto redujeron el tiempo que tomaba hacer un montón de cosas, el tiempo que quedó disponible fue ocupado con hacer más cosas y no con el goce mismo del arte milenario de no hacer nada. —Valentín Muro.
Con ese tiempo libre, que ahora intento defender, me puse a ver ventanas del mundo, como me recomendó mi amiga y socia, Ana Sevilla, con quien comparto A Quien Corresponda.
Por último, reviví un video de Stuthless, con quien me identifico muchísimo (recuperado después de perder años buscando respuestas o ayuda en sustancias), y su método del hacha afilada. Para él es evidente que nos sintamos abrumados en este mundo. Por eso, deja una lista de recomendaciones que a él le fueron útiles.
Robo unas palabras suyas para cerrar: soy solo una entidad en internet, quedate lo que te sirva, descartá el resto. Si no te funciona, no hay nada malo con vos, a cada quien sus soluciones.
Para despedirme abrevio cuanto haya disertado en los párrafos anteriores:
Las tareas nunca se terminan. El trabajo es infinito.
Siempre nos va a ganar la entropía. Todo orden es frágil y temporal.
Tener un registro de lo que lograste (cantidad finita y medible) es mejor que tener una lista de lo que no (cantidad infinita e inconmensurable).
Valentín Muro tiene unas palabras excelentes sobre cómo funciona no tener tiempo.
Ana Sevilla me dejó acceso a cientos de ventanas por el mundo para mis horas de ocio.
Recurrí a Struthless y su método del hacha afilada para evitar seguir abrumado.
Preguntas. ¿Cómo distinguir entre horas de trabajo y de ocio? ¿No se les borra la diferencia a veces? ¿Hay “buen ocio” y “mal ocio”? ¿Porqué algunas actividades me recargan (leer, escribir, correr) mientras que otras me drenan (pasar tiempo en redes)? ¿Sólo queda aceptar que la entropía finalmente siempre vence y estamos en una reversión de “the long defeat” (la larga derrota) enunciada por Tolkien en el Señor de los Anilllos? (esa parte quizás fue algo específica).
Son las 23:03. Espero que esta nocturnidad no se me haga hábito. Hasta la próxima.

