Capítulo 5: Confianza
Siguiente entrega de la historia serializada, primer encuentro de Camila con una nueva personaje.
Si todavía no los leíste podés acceder acá al Capítulo 1: Tristeza, al Capítulo 2: Recuerdos, al Capítulo 3: Ira, y al Capítulo 4: Experimentos.
Capítulo 5: Confianza
—¿Quién sos? ¿Cómo? ¿Qué? ¿Dónde estoy?
Camila sabía las respuestas, pero no lograba admitir que fuesen posibles. No podía ser, no había manera. Sus sentidos desafiaban su intelecto, y aunque la curiosidad pudiese con ella, su entendimiento del mundo temblaba. A pesar de siempre estar orgullosa de poder cambiar de parecer, esta vez algo de miedo se coló en el descubrimiento. Estaba acostumbrada a esa sensación, a ese momento de rotura y reacomodamiento, de sentir su círculo de conocimiento expandirse y establecer un nuevo límite. Sin embargo, también sentía aumentar la frontera de lo desconocido cuánto más sabía.
Para Camila, el conocimiento era como sus estiramientos, necesitaba práctica constante y calentamiento. Había que llevarlo hasta los límites, de a poco, hasta que empezaba a doler, pero sin quebrarse. La mayoría de los días los cambios eran nimios, irrelevantes, pero cada tanto las cosas mostraban un nuevo orden oculto y notaba como transgredía una frontera nueva.
Esta noche sentía que se había dado un quiebre.
Miró a un lado y al otro, todavía balbuceando. Estaba en una sala de estar, sentada en un sillón, junto con una persona que nunca había visto y acompañada por un perro verde fosforescente con aires de fantasma. Todo esto frente a un símbolo rúnico supuestamente de teletransportación. Lo peor es que las guías que había leído le habían prevenido que sería así. No les había creído. Muchas veces la teoría no prepara para la práctica y se desmorona en el momento de la verdad.
Camila sabía de historias de investigadores que habían visto fantasmas en sus datos, patrones que no estaban ahí, teorías descabelladas y estructuras sin fundamento, pero ella estaba viendo algo bastante parecido a un fantasma y no tenía ningún sentimiento para convencerla de que estaba alucinando.
—¿Estoy dormida, no? Estoy soñando—Camila no sabía si quería una respuesta. —Tenía tantas ganas de verte que te imaginé.
La chica enfrente suyo sonrió, su quijada ancha con el pelo corto haciendo de marco. ¿Notaba cierto rubor en su cara? Era difícil de notar con la mayor parte de la sala en blanco y negro dominada por las luces espectrales.
—Te has quedado dormida, sí, y estás soñando, pero no es exactamente como crees.
La voz era suave, daba la sensación de envolverla, una manta suave y pesada. El acento la transportaba y algo en la música de sus palabras le daba seguridad.
—No pensé que funcionaría, si te soy sincera, así que estoy tan sorprendida como vos—continuó su huésped.
Camila pestañeó varias veces. No, no la veía ni por cerca tan sorprendida como ella, todo lo contrario. Había algo calmo en su postura, se sentaba erguida pero con las piernas a un lado, miraba directo a los ojos y sus manos tenían las suyas envueltas con una sensación protectora, pero no impuesta.
—Creo, creo que no debería estar acá—se escuchó decir Camila.
No sabía por qué, pero se sentía rara.
—Calma, estás segura acá.
Vió como los ojos de ella destellaban en verde por un segundo, luego sintió como la calma volvía a ella como un abrazo cálido. El perro levantó la cabeza y la miró, sacando la lengua. Parecía apenas más pequeño ahora, sería la perspectiva.
—¿Cómo te llamas? —le preguntó la chica.
—Camila—pensó en decir su apellido, pero se contuvo. Quería confiar en ella pero la situación ya era una locura, por una vez podía ser cauta. El que no arriesga no gana, decía Vicente, aunque su concepto de ganar era bien distinto y sus riesgos casi siempre terminaban en él o alguien más abollado y moretoneado.
—Lindo nombre, yo soy Leila, pero puedes llamarme Lei.
—¿De dónde te estoy imaginando? —preguntó Camila—una siempre ve caras conocidas en los sueños—quería mantener su escepticismo, aunque le costase, se imponía la idea a seguir pensando que era un sueño demasiado lúcido.
Lei se rió y quiso reírse con ella.
—Soy el fantasma de las Navidades futuras, uhhhh—Lei movió las manos y agitó los dedos en el aire alargando la “u”.
Esta vez, Camila no pudo evitar reírse.
—Puse el símbolo para que puedan visitarme otros emocionales,—Camila levantó una ceja al oír el nombre—es algo que aprendí hace poco y quería probar si andaba, no tenía idea cómo sería.
¿Sería tan inquieta como ella? ¿Probar una teoría y ver que pasaba sin saber que esperarse? Sonaba a algo que Camila haría encantada.
—Pero no veo que traigas tu Emoción contigo—siguió Leila—¿La escondes? ¿O Confianza tampoco es visible para ti?
Camila vió como Lei le acariciaba la cabeza al perro que se estiró de costado estirándose para mostrar la panza.
—¿Mi emoción? ¿Decís algo como tu mascota?
—Claro, ¿quién te acompaña en tus proyecciones sino? ¿Qué has visto en tu primer sueño lúcido?
Camila la miró fijo. Si seguía soñando debía felicitarse por lo hábil que era su cabeza. Nunca se imaginó como el tipo de persona que podía crear una narrativa demasiado compleja. Parpadeó un par de veces, tenía ese tick cuando estaba confundida.
—¿No tienes idea de que te estoy contando, no?
Camila negó con la cabeza.
—La emoción es tu acompañante aquí, en el mundo de los sueños. Una vez que te encuentras con ella dormida, y con algo de entrenamiento, comienzas a verla despierta como yo veo a Confianza. ¿Entiendes? ¿La puedes ver?
Camila asintió dos veces.
—Jo, entonces quiere decir que ves las cosas de este plano. Quizás falta algo para despertar tu emoción.
Camila levantó sus hombros. No podía dejar de mirar a Leila, había algo magnético en su temple, una cara de cuadro, de prócer.
—A ver. Cierra los ojos un momento.
Camila la miró, ella asintió con la cabeza. Sus ojos verdes parecían dos luceros, la luz del muelle, pensó. Dejó caer sus párpados.
—Cami, bien. Piensa en la emoción que te define. Esa que siempre está ahí para ti, a la que acudes siempre, la que irradias, la que no podría negar nunca como parte tuya.
Camila sondeó dentro suyo. Pudo ver imágenes, sonidos y voces que crecían dentro suyo al evocar sus recuerdos. Sus memorias brillaban en hebras finas de luz transparente, como una maraña de humo de velas luminiscentes. Siguió indagando dentro suyo, buscando luz en la oscuridad interior, hasta que lo vió. Encontró un núcleo que parecía titilar, latir apenas incluso.
Todavía con los ojos cerrados, se llevó las manos al pecho, como formando un cuenco. Vió como se despejaba el caos de hilos y en el centro empezaban a enroscarse y unirse, primero en una soga, luego un ovillo. La luz brillaba amarilla y con su último esfuerzo de concentración terminó de formarse. Sintió algo cálido en las manos, calentándole los dedos.
—¡Madre mía! Nunca había visto algo así, es hermoso. Abre los ojos.
Levantó los párpados. Los ojos de Leila ya no estaban clavados en los suyos, miraban hacia abajo, a la altura del pecho dónde tenía las manos. Entre sus dedos pudo ver un huevo brillante de color amarillo, dorado.
—¿Qué es? —preguntó Leila y con sus palabras un hilo dorado salió volando de sus labios entreabiertos hacia el huevo, mezclandose con las demás hebras.
Camila sonrío, Leila también.
—Creo, creo que es Curiosidad.
Sintió como una voz empezaba a formarse en su cabeza, un susurro apenas.
—Curiosidad—repitió.
Hola,
¿Cómo estás? Siempre me sorprendió la poca cantidad de veces que alguien pretende una respuesta sincera a esa pregunta, peor aún en los mails. En todo caso, si estás necesitando tirar un descargo sobre lo bueno o malo de tu semana esta es la casilla correcta.
Espero que este capítulo sea tan visual como se me apareció a mí en la cabeza, mientras lo escribía en mi cuaderno se me hacían las imágenes clarísimas en la mente; espero haberle hecho justicia.
Esta semana empecé a leer una reversión de los mitos griegos por Stephen Fry, es sorprendente lo única que es su voz, hasta leyendo una traducción puedo identificar su tono tan único.
Por otro lado me vi las dos temporadas de The Boys, una serie de Amazon sobre superhéroes, crítica a la sociedad moderna y el declive de occidente, lo típico… La trama es atrapante aunque formulaica por momentos, la contraestructura también es una estructura finalmente. Además, criticar el capitalismo corporativista desde Amazon suena una buena cuota de disonancia cognitiva.
Ojalá que aprovechen esta última semana de febrero, el próximo capítulo llegará con el carnaval.
Si querés darme una mano podés mandarme un cafecito, reenviar este mail a tus conocidos o responderme con algo de feedback. Todo ayuda.
Saludos,
Fidel