Si todavía no los leíste podés acceder acá al Capítulo 1: Tristeza, al Capítulo 2: Recuerdos, al Capítulo 3: Ira, Capítulo 4: Experimentos, Capítulo 5: Confianza, Capítulo 6: Insomnio y Capítulo 7: Antigua.
Capítulo 8: Ensayos
Tristán aún sentía el recuerdo cuando notó que Tristeza aumentaba de tamaño y el halo de su abuela disminuía, aunque sea por una fracción mínima. Vió como frenaban las lágrimas y se apoyaba en la pared mirando la vela.
—¿Qué fue eso? —le preguntó al gato.
—Creo, creo que te llevaste algo de su Tristeza. La siento formar parte de mí, de nosotros, aunque noto la diferencia.
—¿Le robé su tristeza? —Tristán casi perdió la voz —no, no, no, devolvela.
—No lo diría así. Creo que al estar cerca tomás parte de su emoción
—¿Cómo parte de la emoción? ¡No, que vuelva!
—¡Tristán! Digo como si al compartirla con vos disminuyese su carga. Siento que ahora está disponible dentro mío.
—¿Disponible? ¿Para qué?
—Me imaginé que ya te habías dado cuenta. En serio eras más inteligente de chico.
Tristán se resistió a responder, sobre todo porque no opinaba algo demasiado distinto.
—Soy un almacenamiento emocional. —continuó —En mi caso, el nuestro, más que nada de tristeza.
—¿Y todo eso para qué?
—Bueno, para empezar acabás de ver para qué. No todo el mundo puede recibir recuerdos ajenos como si los hubiesen vivido ni despojarlos de su carga emocional.
—Ajá —Tristán estaba ahora concentrado en el espejo del living. Iba de techo a piso y reflejaba a su abuela pero no a él ni a Tristeza. —¿Y eso porqué?
—Me había olvidado lo fácil que te distraés también.
Tristeza se puso a un lado del espejo y se apoyó sobre él con las dos patas delanteras, nada, solo un racimo de orquídeas se reflejaban.
—Ya te dije, no creo que podamos interactuar con el mundo físico. De hecho no recuerdo que lo hayamos hecho nunca.
—¿Osea que no aplica la ley de gravedad ni nada?
—Exactamente. Ahora sí vamos entendiendo.
Nunca había visto a un gato sonreír pero casi podía sentirlo en ese momento.
—No sé si me encanta ese plural.
—Dale, concentrate en lo que importa.
Tristán se miró los brazos y vió de golpe como tenía una camisa arremangada.
—Vamos allá —su voz sonó a desafío.
Se imaginó sentado en mitad de la habitación, exactamente en su centro, por encima de la mesa y justo antes de tocar el techo. Pestañeó y ya estaba ahí. No pudo contener una risa y quiso aplaudir aunque sus palmas no hicieron ruido.
—Ahí va, de esto hablaba —dijo Tristeza.
—¡Es increíble!
Tristeza se acercó, de un salto subió a la mesa y luego encima suyo; podía sentir su peso, por leve que fuese, sobre su hombro.
—Te dije que podías controlarlo.
—A ver, prueba de fuego.
Miró por el ventanal del departamento: un piso catorce que miraba directo al río interrumpido solo por el estadio. Se concentró en un punto en medio del aire, pestañeó y no pasó nada.
—Se rompió. ¿Por qué no anda? —le costó ocultar su decepción.
—Es bastante más difícil moverse por el aire sin ninguna referencia. Doble complicación si nunca estuviste ahí antes. De chico te salían esas cosas pero claro, tenías muchísima práctica.
Tristán no pudo evitar sentir de nuevo el dolor. Sabía que algo dormía dentro suyo, algo que no quería abrir, su propia ánfora de Pandora. Todavía se sorprendía cuando Tristeza hablaba de su pasado, él no lo recordaba para nada.
—¿Desde cuándo estás conmigo?
—Parece que no habré dejado tanta huella entonces.
—Dale, no seas así.
Tristeza empezó a ronronear. Se acomodó en el hueco entre su hombro y el cuello.
—En realidad yo tampoco me acuerdo demasiado, las memorias me vuelven de a oleadas, siento un sello que se está rompiendo de a poco. Habrá que esperar, ahora toca practicar.
Tristán intentó sonarse el cuello y los nudillos como hacía cada vez antes de arrancar una nueva tarea, pero sin el chasquido no surtió el mismo efecto. Cerró los ojos.
Pensó en el ventanal, en las veces que se había parado ahí mirando al río, en las palomas, gorriones y golondrinas que veía a veces, en el espacio más allá del enrejado y su jungla. Abrió los ojos, el departamento ya no lo rodeaba.
Se dió vuelta en el aire y desde esta distancia al fin la vió: una ballena azul ocupaba todo el departamento e incluso sobresalía apenas por fuera. Desde adentro solo había visto el aura azul y sentido su presencia.
—Los peces no se enteran que están en el agua.
—La ballena no es un pez —replicó Tristán.
Tristeza le mostró los colmillos, escuchó el quejido apenas.
—No me refería a eso.
Tristán sonrió y le acarició las orejas.
—Lo sé.
Miro hacia abajo, nada. La caída de tantos metros le dió vertigo, los jardines y terrazas debajo se le nublaron y el estómago le dió un vuelco. El espacio se distorsionó, acercándose y alejándose con aumento enloquecido. Cerró los ojos imaginando que caería estampado entre las baldosas. Cuando los abrió estaba acostado a nivel del suelo. Soltó un suspiro de alivio.
—Un aterrizaje poco convencional.
—E imprevisto—agregó Tristán—¿Puedo ir a cualquier parte así?
—Cualquiera que conozcas o tengas visión, sí.
Tristán miró hacia arriba, hacia el cielo iluminado sin estrellas de dónde venía. Pestañeó y se encontró de nuevo dónde estaba recién.
Desde arriba miró el estadio, otra figura iluminada se movía con su par en la noche. Parecía más grande que Tristeza y no era de color azul.
—¿Y esa luz roja?
—No pensaste que éramos los únicos, ¿no?
Hola,
Soy el peor. Anoche me quedé dormido sin enviarte el nuevo capítulo. Disculpá, veníamos tan bien con las entregas pero no contaba con un domingo tan movido. Ojalá no se te haya hecho demasiado larga la espera, en todo caso, ya está acá el nuevo capítulo.
El newsletter está algo trabado en cuanto a cantidad de suscriptores, hace ya un par de meses que estamos en los mismos cincuenta. Si se te ocurre como podría promocionar mejor mis textos avísame. No soy una persona muy de redes sociales y en este momento veo que me está limitando, estoy abierto a sugerencias. Obvio que toda compartida de tu parte también ayuda.
La semana pasada arranqué mi nuevo trabajo como docente de biología en un secundario. Estoy contento de poder enseñar la materia que más me gusta dentro de las ciencias y además no paro de aprender cosas. Si tenés material al respecto también es bienvenido, recién arranco las materias pedagógicas este año así que espero no estar causando estragos educativos.
Si querés darme una mano podés mandarme un cafecito, reenviar este mail a tus conocidos o responderme con algo de feedback. Todo ayuda.
Espero que tu semana vaya lo mejor posible, cualquier cosa estoy a un mail de distancia.
Saludos,
Fidel