Si todavía no los leíste podés acceder acá: Capítulo 1: Tristeza, Capítulo 2: Recuerdos, Capítulo 3: Ira, Capítulo 4: Experimentos, Capítulo 5: Confianza, Capítulo 6: Insomnio, Capítulo 7: Antigua, Capítulo 8: Ensayos.
Capítulo 9: Miedos
—Basta, cállense. Córtenla.
Una sombra se movía en la noche. No es nuestra noche, sino una más oscura, una más callada. Su cuerpo parecía levitar a unos centímetros del piso y andaba cubierto por completo por una capa que mutaba con cada uno de sus saltos. Sin apoyarse en nada, iba en puntas de pie.
Una estela de color violeta lo seguía de un lado al otro; una trayectoria fantásmagórica de figuras en cámara lenta que buscaban alcanzarlo. La capucha se replicaba sin ni una vez dejar ver sus ojos, pero sí develando los giros mecánicos de insecto de su cabeza: a un lado, al otro, atrás, arriba, abajo.
—Vienen, vienen, vienen.
La persona entrelazaba sus dedos en gestos extraños, retorciéndolos hasta el límite. Debajo de la capa una remera de manga larga le cubría los brazos por completo dejando las manos de plateado opaco al descubierto.
Hizo un último salto y, atravesando una ventana solitaria, se metió en una habitación. Dentro, alguien tentaba el sueño. Detrás suyo llegaron una, dos, tres, diez o más ratas. Aparecieron hechas del mismo violeta que emanaba su andar.
—No, no, no, esto está mal.
Una cama sencilla ocupaba el cuarto, las paredes de empapelados gastados estaban tapadas con posters y stickers. La mesa de luz solo tenía un teléfono de pantalla rota.
—Pero son un peligro, son un daño en potencia —las voces.
Las ratas se movieron por la habitación, subiéndose a los muebles y colándose entre los recovecos. En la cama, un muchacho se removía en sueños. Estaba boca arriba, los brazos tiesos a los costados, el edredón dejaba ver solo su cabeza y una pierna afuera.
—Ni tiene su emoción todavía. ¿Cómo podemos estar seguros?
—Sí la tiene, solo tiene que quedarse dormido del todo.
La sombra se llevó las manos a la boca, se mordió las uñas, se arrancó los pellejos, se hizo sangrar. Su mandíbula temblaba y sus párpados se deslizaban por la habitación acelerados.
—No sé si lo puedo hacer de nuevo.
Le acercó una mano a la cara, como para acomodarle el pelo.
—Vas a hacerlo.
La retiró.
—No sé si puedo.
—¿Querés andar aterrado?
Volvió a tomar distancia.
—No.
—¿Querés andar mirando por encima del hombro?
Encorvó los hombros en una arcada hacia adelante.
—No.
—¿Querés que vengan por vos?
Movió la cabeza de un lado al otro.
—No.
La figura metió la mano bajo su capucha. Se rascó el pelo con las uñas y se pasó una mano por el cuello, apretando con fuerza. Dió un paso hacia adelante y estiró una mano temblorosa. Las ratas se amontonaron a los lados de la cama, paradas en dos patas, olfateando en silencio. Sus cuerpos violetas llevaban ojos rojos brillantes.
El chico se quedó quieto, dormido, se le veía casi una sonrisa en la cara. La luz de la calle se filtraba por la ventana, pero su cuerpo se veía oscurecido. Sobre su sustrato físico se empezó a formar un ser idéntico, como un molde de plata.
Hebras rojas emanaron de su aliento y giraron en círculo alrededor suyo. Poco a poco empezaron a tomar forma de cuerpo de animal. Primero se vieron las patas, luego el lomo alto y finalmente emergió la cabeza de un oso. Cuando el durmiente abrió los ojos el oso ya estaba creado del todo a su lado. No pudo dejar de ver de inmediato la sombra.
—¿Quién sos? —preguntó, un temblor en su voz.
—Una pesadilla. Perdón. —la voz del observador se desplegó en varias.
El violeta de su cuerpo brilló con luces y relámpagos internos. Toda la habitación se tiñó de púrpura. Las luces, ya de por sí escasas, temblaron descoordinadas. Con la capucha todavía cubriendo su cara miró a los lados, las ratas chillaban sin cuartel. Estiró sus dedos aún más y, deteniéndose por un segundo, luego apareció en el aire, paralelo a la cama. Con un solo movimiento golpeó a su víctima en el pecho con la palma abierta enviándolo hacia su cuerpo.
En simultáneo, el oso se lanzó sobre él, pero las ratas fueron más rápidas. Se abalanzaron en sintonía sobre la emoción, mordiendo con dientes fantasmas. Poco a poco la criatura empezó a cambiar de color y achicarse, dejando su rojo brillante por un violeta denso y pastoso. Cuando las ratas terminaron con él, se dispersaron. Se había hecho de su tamaño y compartía la forma con ellas: otra rata de ojos rojos.
—Sh, sh, sh. Calmá esa Ira.
Acarició al nuevo animal que se unió a su séquito.
—Es por el bien de todos. —dijeron las voces, ahora con una añadida.
La sombra emitió un chillido agudo, un suspiro rasgado. Se agachó al lado de la cama y miró al muchacho. Su figura plateada se desvaneció fundiéndose sobre su cuerpo hasta no quedar ni rastro. En su cara pudo ver como respiraba agitado y una lágrima decoraba su ojo.
—Qué triste. —dijo, pero su cara no dejaba ver ninguna emoción.
Hola,
Esta semana vuelvo al cronograma habitual con un nuevo personaje y un salto en el narrador. Contame que te pareció el cambio. Por algún motivo esta semana estuve imaginándome que lo que vengo escribiendo se parece a una light novel japonesa, aunque nunca leí una la verdad. En todo caso uno de mis sueños es lograr que alguna de las historias que escribo sea adaptada a un anime. Difícil, lo sé, pero la idea de ver las palabras llevadas a ilustraciones me entusiasma muchísimo. Lastima que mi aptitud para el dibujo sea nula.
Por otro lado, estoy trabajando en varios textos inspirados en personajes de las leyendas artúricas (el propio rey Arturo, Merlín y Percival) para armar un fanzine. Si te interesa acceder a esos textos como lector beta avisame y te comparto el archivo. La idea todavía necesita más trabajo y un hilo conductor, pero ya estoy entusiasmado. A ver como se me da hacer malabares con ambos textos.
Además, siguiendo en el plano de la escritura, estoy en un nuevo taller de escritura (que no recuerdo si te conté). Para la semana que viene me toca escribir un texto con barrabrava de veinticinco años como narrador. Nunca supe muy bien ni cuál es mi propio equipo, ni pude tolerar ver 90 min corridos de fútbol, así que será un buen desafío.
Espero que tu semana sea tranquila y llevadera.
Hasta el domingo que viene,
Saludos,
Fidel
PD: Si querés darme una mano podés mandarme un cafecito, reenviar este mail a tus conocidos o responderme con algo de feedback. Todo ayuda.